La estructura al servicio del poder

El
poder es el medio a través del cual los conflictos son resueltos en última
instancia.  El cual puede ser visto como
un recurso que se tiene o como una relación social caracterizada por algún tipo
de dependencia o de influencia sobre algo o alguien. Desde este punto de vista,
sería el resultado de fuerzas históricas que moldearon el escenario de acción
en el cual se asientan las relaciones de poder contemporáneo, bajo las cuales
una persona, grupo u organización llega a depender de otra. 
En
el poder influye quien ejerce qué, cuándo y cómo. Así, una autoridad formal es
legítima si es respetada y reconocida por aquellos en los que obra, quienes
reconocen que tiene el derecho de mandar sobre ellos y consideran que deben
obedecer. Este poder puede alcanzarse de tres formas: carisma (cualidades
especiales del individuo “don del cielo”), tradición (cuando se enviste de
autoridad a aquellos que simbolizan y encarnan los valores tradicionales) o
burocracia (cuando surge de la aplicación de reglas y procedimientos formales).
El tipo de poder formal en la mayoría de las organizaciones es burocrático y
asociado a la posición que se tiene; la cual define las competencias de
autoridad delegada.
Normalmente
la estructura, reglas, reglamentos y procedimientos de las organizaciones son
vistos como un instrumento racional para su desarrollo operativo; pero, una
visión holística del sistema se entendería mejor como productos y reflexiones
de una lucha por el control político interno. Así, los planes para la
diferenciación e integración, los diseños para la centralización y
descentralización y las tensiones que se generen el nivel central, suelen
imponer programas secretos relativos al poder, autonomía o interdependencia de
los departamentos y los individuos. Para nadie es un secreto que una de la
razones para la liquidación de ISS y Telecom fue para liberarse del poder
sindical de estas instituciones.
El
tamaño y la situación de un grupo o departamento dentro de una organización
suelen proporcionar un índice de su poder dentro de la estructura, por lo que
es una táctica obvia de control degradar la importancia de una función o un
grupo, o adoptar una estrategia de “divide y vencerás” que fragmente las bases
potenciales de poder. Como contrapeso, los trabajadores y los Departamentos
suelen adherirse a anticuadas descripciones del trabajo o diseño organizativo,
porque el poder y nivel dentro de la organización están estrechamente unidos al
viejo orden, de allí el recelo cuando se pretende introducir nuevas tecnologías
en los procesos, “mientras yo sea indispensable para hacer esto no corro ningún
peligro”.
Pero
también es cierto que las normas, reglamentos y otros tipos de procedimientos
formales que son introducidos para mantener el poder burocrático y controlar al
trabajador, pude ser usado por  éstos
para controlar a los superiores.
Así,
cuando se siente amenazado, simplemente adopta la posición “eso no hace parte
de mis funciones”, “mi horario es hasta las doce, ni un minuto más ni un minuto
menos”; con ello no necesita armar una huelga, simplemente entorpecer los
procesos para alcanzar alguna reivindicación o solución de un agravio. Los
sindicalistas entendieron esto y utilizan el sistema en función de sus
intereses, como las muy nombradas operaciones tortugas que hacen las empresas
aéreas; en donde simplemente, utilizan la reglamentación operativa de la
industria para hacerla más lenta. 
Escribió Carlos Merlano Blanco

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